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CIVAC, el primer paso de Nissan fuera de Japón en 1966

La planta en Jiutepec marcó la expansión internacional de Nissan, dejando un legado de autos, trabajo y orgullo que perdura tras casi seis décadas.

En 1966, cuando Jiutepec era todavía un pueblo en crecimiento, las primeras líneas de producción de la planta CIVAC comenzaron a latir.

Con la llegada de Nissan, no solo se ensambló el Datsun Bluebird: también nació una esperanza industrial que transformaría para siempre el rostro del municipio.

CIVAC fue mucho más que una fábrica. Fue el primer paso de Nissan fuera de Japón, un proyecto pionero que unió caminos entre culturas, generaciones y sueños.

Durante casi seis décadas, de sus líneas salieron más de 6.5 millones de vehículos que llegaron a todo el mundo. Cada unidad fue el reflejo del esfuerzo de miles de manos morelenses que aprendieron, crecieron y formaron familias bajo sus techos de lámina y acero.

Los recuerdos se apilan entre cada modelo que marcó época: las pickups del ‘75, los motores ensamblados en la Planta 3, el primer millón de unidades celebradas en 1988, o aquel histórico Tsubame exportado a Japón en 1993.

La cifra final —más de 6 millones de autos producidos— es solo un número; lo que no se mide es el orgullo que dejó en quienes portaron con dignidad el uniforme azul de Nissan.

Ahora que la empresa ha anunciado el cese de producción en CIVAC para trasladar sus operaciones a Aguascalientes, queda una mezcla de nostalgia y gratitud.

La planta representaba el 11% de la producción nacional de Nissan y aún ensamblaba modelos icónicos como la NP300, la Frontier y el Versa.

El eco de sus máquinas pronto se apagará, pero el legado que deja en Jiutepec —en sus calles, en sus hogares, en su identidad— seguirá vivo. Porque en CIVAC no solo se construyeron autos. Se construyó historia.


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