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El “abrazos, no balazos” nos está matando a los mexicanos

Lo ocurrido el pasado 19 de junio en Reynosa, Tamaulipas, donde 23 personas fueron masacradas, y de las cuales 15 se han confirmado que eran civiles (inocentes), ha dejado en claro que la decisión unilateral tomada por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador de no tener combates frontales con capos de la droga, o lo que en su momento definió como “abrazos, no balazos” ha permitido el crecimiento de los hechos delictivos.

El haber dejado libre a Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín Guzmán Loera “El Chapo”, ex líder del cartel de Sinaloa, así como el haber saludado a la madre del narcotraficante mexicano, hoy lo vemos convertido en acciones que, prácticamente las células delictivas han sabido aprovechar.

Hoy vivimos actos terroristas, donde sin mayores consecuencias se cometen masacres para generar miedo, en medio de disputas por el territorio.

La instrucción de “no meterse con los carteles”, ha representado la ejecución de 87 mil personas en lo que va de la administración.

De acuerdo a cifras presentadas por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, mayo del 2021, fue el mes más violento y el estado de Guanajuato el de mayor incidencia.

El homicidio es el delito que más se comete; el organismo, en sus reportes diarios presentó un mapeo de las entidades más violentas del país, siendo Zacatecas donde este delito aumentó un 76 por ciento de enero a mayo de este año.

Del 2019 al 2020, creció también la cifra de policías asesinados, un 26 %, mostrando así un panorama desolador.

Recientemente, las declaraciones del gobernador de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca fueron contundentes:

“Las organizaciones criminales deben recibir por parte del gobierno federal una señal clara, explícita y contundente de que no habrá espacios para la impunidad”.


El que entre el saldo de los asesinados del caso Reynosa estén: trabajadores de la construcción, obreros que reparaban en ese momento alcantarillas, un joven recién graduado de Enfermería, un adulto mayor que solo caminaba por ahí, el dueño de una tienda y un cliente que solo compraba productos, cuando el comando pasó y los masacró, nos habla de la falta de una estrategia eficaz, porque no fueron delincuentes quienes se asesinaron entre sí, fueron civiles que el narco asesinó ante la mirada del Gobierno Federal.

Este hecho comprueba que ya no “solo se matan entre criminales”, y si esto no se detiene, por mucho que el presidente se niegue a que entren gobiernos u organismos internacionales para la investigación, esto sí abriría la puerta a que el gobierno estadounidense se inmiscuya en la vida nacional.