Recientemente, lo ocurrido en el puente colgante del paseo Ribereño en Cuernavaca volvió a poner en la mente de muchos el origen de estas tragedias; varios, después de lamentar lo sucedido comenzamos a preguntarnos qué fue lo que ocasionó el desplome del puente y sin duda, anteriores experiencias nos llevan a pensar de inmediato en negligencias, omisiones y corrupción.
Y es que no podemos olvidar tragedias como la ocurrida el 3 de mayo del año pasado, cuando la línea 12 del metro colapso, causando la muerte de 26 personas; las investigaciones revelaron que el accidente fue a causa de “diversos errores en su construcción” y de los cuales, todos los funcionarios responsables de la obra y que posaron para la fotografía durante su inauguración fueron omisos, y claro, ninguno de ellos bajo investigación y mucho menos sanciones.
Pero en México, estas omisiones, negligencias…son constantes; vámonos años atrás, al 2017 cuando a pocos meses de su inauguración el Paso Exprés también registró una tragedia: un socavón se abrió en los carriles de la vía rápida haciendo caer un vehículo que transitaba por el lugar, incidente que provocó la muerte de dos hombres.
Dentro de la construcción del Paso Exprés, muchos se adjudicaron la gestión de recursos; la obra era prometedora, pero desde el inicio comenzaron a presentarse anomalías; se elevaron los costos, se alargó el plazo de construcción y los señalamientos sobre las fallas siempre existieron, pero nadie hizo nada.
Por esta tragedia, tampoco nadie respondió, apenas funcionarios menores fueron sancionados, pero los verdaderos responsables la libraron… Como ya es costumbre.
En el caso del colapso del puente colgante de la barranca de Amanalco, se ha revelado que hace un año, el ahora ex alcalde de Cuernavaca, Antonio Villalobos Adán pagó cerca de 3 millones de pesos para la rehabilitación de la zona; los trabajos son nulos a simple vista, pues imágenes mostraron que varillas mal soldadas “reforzaban” el puente.
Con esto es más que evidente la corrupción y que esperemos que al resultar lesionados funcionarios, si se investigue el caso y se lleve a los responsables ante la ley.
Hoy, estos ejemplos deben prender las alertas en cuanto a construcciones de esta índole se refiere. Todavía hay obras que no han sido concluidas y que, de recibir las intervenciones necesarias pudieran evitarse tragedias, tal es el caso del distribuidor vial Emiliano Zapata, en Buena Vista, al norte de Cuernavaca y la cual presenta fallas, muy evidentes en sus estructuras.
Que me dicen del famoso “puente sin fin”, en los límites de Cuernavaca y Temixco o el puente “mocho” en Ayala, construcciones que no se concluyeron y no se tiene registro de las inversiones.
Estas obras deben revisarse con lupa porque no nos hagamos, no son fallas, no es el movimiento, no es el sobrepeso… Es la corrupción, negligencia y omisiones lo que han causado estas tragedias.