Andrei Chikatilo, conocido como el Carnicero de Rostov, terminó con la vida de 56 personas de manera secreta en lo que ahora es la Unión Soviética.
Chikatilo era un profesor de colegio, estaba casado y tenía dos hijos; además era un miembro del Partido Comunista.
En diciembre de 1978 se topó con Yelena una niña de 9 años de edad que estaba en una parada de autobús, Chikatilo, siendo amable, le ofreció un chicle y empezó una conversación, cuando vio que ya se había ganado la confianza de ella, la invitó a una vivienda y allí, terminó con su vida a cuchilladas.
Chikatilo dejó dos días después el cuerpo de la niña en un río cercano. El cadáver estaba mutilado y además tenía lo que sería el sello de este asesino: le quitó los ojos.
En su confesión comentó que lo hacía porque creía que el ojo podía guardar la última imagen que la persona había visto.
En los años siguientes su modus operandi fue similar, conocía a sus víctimas, las convencía de ir a un lugar más apartado y allí asesinarlas. Sus presas eran niñas, adolescentes, niños y personas con problemas mentales que solía conocer en las estaciones de autobús o tren.
Finalmente, fue en octubre de 1990 que fue condenado a muerte por el asesinato de 53 personas; y el 14 de febrero de 1994, el asesino en serie falleció en el sótano de la prisión de Rostov, a causa de una bala en la nuca.
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