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Benjamín Palacios y su encomienda con la Zona del Silencio

La historia extraterrestre de aquel verano en la Zona del Silencio, esto fue lo que Benjamín Palacios vivió.

benjamin palacio zona del silencio
Foto: MXCity y YouTube

En el norte de México, donde la tierra besa el cielo, se encuentra un lugar que desafía la razón: la Zona del Silencio. Este remoto paraje, situado en la intersección de Chihuahua, Durango y Coahuila, comparte, según los locales, misteriosos vínculos con el Triángulo de las Bermudas y las pirámides de Giza, atrayendo tanto a científicos como a investigadores de lo desconocido. Entre ellos, Benjamín Palacios Perches, un hombre cuya vida cambió irrevocablemente una noche de 1955.

Aquel verano, al regreso de una proyección de cine en el poblado de Escalón, Benjamín y su hermano Raymundo se encontraron con un espectáculo que desafiaría su comprensión del universo. Una luz incandescente emergió, paralizando su vehículo y sumergiéndolos en un resplandor que, aunque pareció instantáneo, les robó dos horas de vida.

Benjamín, entonces un joven de apenas 13 años, se vio encomendado con una misión: compartir con el mundo los secretos y los encuentros sobrenaturales de la Zona del Silencio, un lugar con plantas que nada tienen que ver con la aridez del lugar, con una obstinación poética y en donde los relojes y brújulas pierden su autoridad.

A lo largo de los años, este espacio ha sido escenario de fenómenos inexplicables y visitas de objetos celestiales, desde meteoritos hasta misiles extraviados, todos atraídos por un misterioso electromagnetismo que impregna la región. La misma fuerza misteriosa que, según Benjamín, facilita encuentros con otras civilizaciones.

Con la determinación más férrea y luego de vivir aquello en la Zona del Silencio, Benjamín dedicó su vida a la exploración y divulgación de estos misterios. Tras décadas de aventuras y aprendizajes por el mundo, regresó a su tierra natal para fundar un complejo ecoturístico que sirve de punto de encuentro para aquellos fascinados por la vida más allá de nuestro planeta.

A través de este santuario, Benjamín ofrece un espacio para la introspección y la conexión con el universo, lejos de las distracciones de la modernidad. Aunque su proyecto fue impulsado por una convicción personal, encontró en los tres niveles de gobierno un respaldo inesperado.

Reconociendo el valor cultural, científico y turístico del complejo, las autoridades brindaron su apoyo, facilitando así la creación de un centro que no solo atrae a visitantes de todo el mundo, sino que también promueve la preservación de uno de los ecosistemas más singulares del planeta. Este apoyo gubernamental fue un reconocimiento tácito de la importancia de la Zona del Silencio no solo como sitio de interés turístico, sino como un laboratorio natural para la investigación científica y la introspección espiritual.

Más allá de lo que las historias cuentan, es un santuario de la naturaleza, donde el peyote y otras plantas nativas son preservadas para futuras generaciones. Es un espacio donde la meditación y la música crean una conexión profunda entre el ser humano y el cosmos, con el siempre presente recordatorio de que lo imposible fácilmente se vuelve cotidiano.

La vida de Benjamín Palacios Perches, marcada por un encuentro extraterrestre en su juventud, se convirtió en una odisea personal de descubrimiento y divulgación. Su historia y la de la Zona del Silencio son un testimonio de los misterios que aún aguardan ser desvelados en los confines de nuestro mundo y más allá.

Con información de Luis Daniel Martínez.


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