En un evento en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México, con aforo controlado y medidas sanitarias, fue como el partido Movimiento de Regeneración Nacional MORENA celebró a puerta cerrada un aniversario más de su triunfo masivo el pasado 1 de julio de 2018.
Casi todas las grandes personalidades de los Gobiernos de MORENA estuvieron presentes en el magno evento: Secretarios de estado, Gobernadores, Diputados, Alcaldes y altos funcionarios de la administración lopezobradorista.
Además hubo entrada para militantes de MORENA en la zona alta del auditorio, como si de un concierto se tratase.
Pero sin duda, una de las cosas que más llamó la atención fue el amor y el odio que se entregó desde las gradas a dos de los personajes más importantes del partido presidencial.
Por un lado, cuando Claudia Sheinbaum, Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, subió al escenario, recibió una lluvia de aplausos, gritos de emoción e incluso vítores que recalcaban lo que es un secreto a voces en los pasillos de Palacio Nacional.
“¡PRESIDENTA! ¡PRESIDENTA!”
Mientras la modesta jefa de gobierno capitalino escuchaba esto, movía la cabeza en señal negativa, como quien recibe el halago pero no quiere aceptarlo, públicamente al menos.
En contraparte, cuando Mario Delgado, líder nacional de MORENA, subió al podio para entablar un discurso, las bases del partido comenzaron a abuchearlo y descalificarlo.
“¡FUERA! ¡FUERA! ¡FUERA!”
En un gesto de apoyo, la misma Sheinbaum y demás destacados personajes morenistas corrieron al auxilio del ex diputado para cobijarlo y evitar la escena de desprestigio que a todas luces era notable.
Fuera de estos dos exabruptos, el evento político transcurrió en relativa calma, con discursos exacerbados sobre el presidente y su movimiento, así como el recordar el compromiso de proteger los intereses de López Obrador en las distintas entidades donde MORENA gobernará de manera directa por primera vez.
