Don Lalo nos relata la experiencia que vivió hace unos días en la Ruta 20, cuando sujetos armados se subieron a la unidad para asaltar a los pasajeros.
“Había cobrado mi quincena y mi aguinaldo de este año en un cajero que se encuentra a un lado del quiosco del centro de Cuernavaca”.
Tras acudir al cajero, don Lalo guardó su dinero en dos partes, una en su pantalón y otra en su cartera, para después caminar algunos metros y llegar a una de las paradas que se encuentra sobre calle Galeana, ahí abordó una ruta 20, se sentó en el cuarto asiento del lado del chofer.
“Ya eran como las 6:30 de la tarde, y ya ves que con este horario anochece muy temprano, por lo que ya la noche había caído. Estaba sentado en la ventanilla, mi recorrido era un poco largo pues me tenía que bajar hasta la Iglesia de Acatlipa”.
Tras avanzar unos 6 minutos de recorrido desde que abordó don Lalo, dos sujetos con cubrebocas, gorra y chamarra con grandes estampados y gorro, se subieron una parada antes del colegio Lancaster, sobre la misma calle que dirige hacia avenida Morelos.
“Yo iba solo en mi asiento y vi que se subieron dos chavos, no se veían sospechosos porque hasta le dijeron “buenas noches” al chofer. Uno se sentó justo a mi lado y el otro se siguió hasta atrás”.
En el momento que arribaron a la parada que está en el entronque con avenida Morelos, ahí frente al Niño Artillero, los dos sujetos que habían subido metros antes, se pararon y amagaron a los pasajeros con un arma de fuego y un cuchillo. Uno de ellos se fue hacia donde estaba el chofer mientras otro pasaba con una bolsa negra pidiendo carteras y celulares.
“El que estaba a mi lado empezó conmigo, me dijo que me sacara todo lo que trajera y me pidió el celular también. Por las prisas ya no me revisó, pero mi dinerito que traía en la bolsa pude resguardarlo, aunque la mayoría de mi aguinaldo se lo llevaron. Ya ni para cena navideña me quedó”.
Los malhechores tardaron escasos 90 segundos en el asalto, bajándose en la gasolinera que está adelante, ya sobre avenida Morelos.
Huyeron en un taxi que venía atrás de la unidad de transporte, por lo que ya no se pudo hacer nada.
“Muchas señoras y muchachas se quedaron llorando en la ruta, pero ¿ya qué podíamos hacer? Ya ni modo, nos tocó la de malas. Siempre en esta época pasa, aunque me había salvado, pero esta vez me tocó”, dijo don Lalo.