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El alma del cempasúchil: La flor que ilumina nuestras tradiciones

Cada pétalo del cempasúchil guarda el alma de una historia. En “El alma del cempasúchil”, conocemos a quienes hacen florecer esta tradición mexicana desde la tierra: productores locales como doña Lidia, de Tetela del Monte, que cada año llenan de color y vida los altares del Día de Muertos.

Foto: 24 Morelos

Cada otoño, el color naranja del cempasúchil se convierte en un símbolo de vida, memoria y amor. Esta flor, conocida también como “flor de los muertos”, es mucho más que un adorno: según la leyenda mexica, nació de los sentimientos de amor eterno entre Xóchitl y Huitzilin, quienes fueron separados por la muerte, pero reunidos por el dios del sol a través de sus pétalos dorados. Desde entonces, el cempasúchil guía el camino de las almas con su aroma y su luz.

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Video: 24 Morelos

Entre campos llenos de color, conocimos a doña Lidia, productora de cempasúchil originaria de Tetela del Monte, Morelos. Ella lleva aproximadamente 30 años trabajando la flor de cempasúchil.

Foto: 24 Morelos

El proceso para que la flor llegue a los altares es largo y minucioso, empieza desde julio con la siembra, continúa con el riego constante y el cuidado de los tallos hasta que en octubre se cubren de pétalos vibrantes. Existen más de 30 variedades de cempasúchil, pero las más comunes son el Tagetes erecta, de flor grande y redonda, y el Tagetes patula, más pequeño y de tonos que van del amarillo al naranja intenso.

Foto: 24 Morelos

Además de su belleza, el cempasúchil tiene un papel esencial en la economía local. Para comunidades como Tetela del Monte, esta temporada representa una de las más importantes del año, cuando la gente compra sus flores para sus ofrendas, se debe sentir que el esfuerzo valió la pena, pues comprar directamente a los viver y mercados locales no solo apoya a las familias, sino que ayuda a mantener viva esta tradición ancestral.

Foto: 24 Morelos

Porque el cempasúchil no solo guía a las almas… también nos recuerda nuestras raíces. Detrás de cada pétalo hay historia, trabajo y amor por la tierra. El alma del cempasúchil busca honrar a quienes hacen posible que este símbolo mexicano siga iluminando nuestras calles, altares y corazones, año tras año, con el resplandor dorado de la vida y la memoria.


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