En Morelos, el 86 % de la población se siente insegura, mientras que el 64 % considera a la inseguridad como el problema más importante que nos aqueja hoy en día, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública 2021, dada a conocer por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Por ello, resulta imperativo analizar la manera en la que las nuevas administraciones municipales han comenzado a conformar sus equipos de trabajo, sus prioridades, pero sobre todo las estrategias y las políticas públicas y de gobierno que definirán en gran medida sus éxitos o sus fracasos, siendo la seguridad uno de los mayores retos y desafíos que enfrentarán a lo largo de los próximos 3 años.
La inseguridad, por su naturaleza e impacto, requiere ser abordada desde lo local, con una óptica integral y transversal, ya que las causas de la criminalidad no necesariamente pueden o deben ser atendidas por elementos tangibles, pues aún y contando con los mejores equipos de vigilancia, más patrullas, más y mejores policías con mejores sueldos, las probabilidades de éxito serán medias y con un amplio margen de fallo, puesto que la causa de la inseguridad no lo es la escasez de policías, sino la violencia como parte de la naturaleza humana.
En este sentido, y aunado a la complicada situación financiera en la que se encuentran los municipios de Morelos, tenemos también la desaparición de recursos federales como lo era el entonces FORTASEG, que en su último año de ejercicio en 2020, le fueron destinados 4 mil millones de pesos, de los cuales a Morelos le correspondieron 71.6 millones, a distribuirse entre 7 municipios definidos, considerando entre otros criterios, el número de habitantes, la incidencia delictiva y el estado de fuerza, recursos que sin duda, en mucho abonarían para tratar de mitigar sus problemas financieros.
De esta manera, y al no contar con recursos ni para lo más esencial como el pago del mantenimiento de los servicios públicos, los municipios deberán hacer uso de todo su ingenio e imaginación para hacer más con menos, proponer estrategias dirigidas a reducir la problemática que se vive en gran parte de ellos, como lo es la violencia, la falta de servicios, la corrupción e impunidad, la amplia brecha social, la desintegración familiar y finalmente la inseguridad, y es justamente en el centro de toda esta problemática en donde se ubica a la ciudadanía, que es y así se debería entenderse, el inicio y fin último de todo el quehacer público por parte de las autoridades, siendo precisamente la ciudadanía, el principal aliado del que tendrán que echar mano los municipios para poder salir a delante.
Hacer comunidad, restablecer el tejido social, así como prevenir y erradicar los factores que producen conductas violentas, antisociales y delictivas, requiere del involucramiento de todas y todos, asumiéndonos como nuevos actores en la producción de seguridad, optimizando los recursos disponibles para tener el mayor impacto en la reducción de la percepción de inseguridad, estableciendo las bases para transitar a una verdadera estrategia de Seguridad Ciudadana, de la cual se habla mucho, pero se conoce poco.
