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Acumula varias quejas el Centro Asturiano de México-Club Campestre Ecológico de Cuautla

El personal —comenzando por el Starter conocido como “Choche”— destaca por su falta de ética, prepotencia y una actitud completamente contraria a los principios básicos de hospitalidad.

Foto: Especial

Aunque el Centro Asturiano de México se caracteriza por su tradición y buen gusto, el equipo que ahí labora está desprestigiando el lugar con su pésimo trato hacia los visitantes.

El personal —comenzando por el Starter conocido como “Choche”— destaca por su falta de ética, prepotencia y una actitud completamente contraria a los principios básicos de hospitalidad.

Lo mismo puede decirse de quienes atienden en el área de Pro Shop: groseros, desatentos y con un sorprendente talento para aplicar reglas cuando conviene… y olvidarlas cuando no.

Un señor de 84 años se sentó en el restaurante del club para esperar a su hijo; no entró a jugar, no usó el campo, sólo se sentó. Y por ese acto tan simple, se le obligó a pagar el green fee. ¡Sí! Le cobraron a un adulto mayor por esperar sentado. Como si la cortesía estuviera sujeta a tarifa.

Ese mismo día, a otro invitado se le negó el acceso por presentar una licencia de conducir digital, perfectamente válida por ley. ¿La excusa? Una regla inventada en el momento: “solo se acepta identificación física.” Una norma inexistente, creada para justificar lo injustificable.

Y mientras eso sucedía, la solicitud de intercambio de los miembros del Club de Golf Paraíso fue admitida sin problema alguno, a pesar de haberla hecho solo una tarde antes, cuando el reglamento exige mínimo 4 días de anticipación.

Pero cuando hay convenios o conveniencia, la norma se vuelve decorativa.

Las reglas existen, sí. Pero aquí no se usan para dar orden, sino para filtrar.

Esto no es un arrebato. Es una crítica con memoria, dirigida a quienes aún creen en la decencia, el trato justo y el verdadero espíritu de un club social.

Porque cuando una institución cobra por sentarse, inventa reglas, ignora las propias, y permite que su personal actúe con arrogancia y discriminación, no está cuidando su prestigio: lo está hipotecando.

Consejo Directivo:
El respeto no se inventa, tampoco se cobra, se ejerce. Esta vez, claramente no fue el caso.

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